La celebración del primer centenario de la
fundación de Ituzaingó marca un importante hito histórico de la reciente
declarada ciudad. Este fausto acontecimiento ha servido para exhumar del
recuerdo toda pujante vitalidad que encierra Ituzaingó, a lo largo de esta
fecunda centuria de vida ciudadana.
No cabe duda alguna que esta privilegiada
zona del Oeste ha sido enriquecida por la Providencia con valores humanos y
cristianos que descollaron en las ciencias, en las artes, en la empresa, en la
enseñanza y en toda actividad noble puesta al servicio de la comunidad.
Por eso Ituzaingó tiene el legítimo
orgullo de ofrecer en sus cien primeros años de vida un prestigioso acervo
histórico que, con razón, resulta sumamente placentero evocar en las actuales
circunstancias. Olvidarlos, dejarlos escondidos en el cono de sombra de la
indiferencia, sería privar a las nuevas generaciones de las elocuentes
lecciones de civilidad y patriotismo que tantos varones ilustres nos legaron
escritas en caracteres de oro, en todos los campos del quehacer cotidiano.
También florecieron en esta centuria
innúmeras instituciones de toda índole, que señalaron su paso por la sociedad
con su fecunda y patriótica labor, y muchas de las cuales perduran hoy en
constante progreso y desarrollo. Representan el triunfo del esfuerzo
mancomunado y son la expresión concreta de muchas y variadas iniciativas al
servicio del progreso que hoy le confieren una fisonomía de pujante ciudad.
Hombres y mujeres ilustres, sacerdotes
virtuosos y apostólicos, maestros sacrificados, artistas eminentes, hombres de
empresa y de trabajo tesonero que lo dieron todo sin reclamar nada, constituyen
una pléyade de elegidos.
Volcar toda esta exuberante vertiente
histórica, plasmaría en una meritoria relación en base a una fidedigna
información bibliográfica, es lo que ha hecho nuestro dilecto amigo el
periodista señor Agustín L. Camerucci en su “HISTORIA DE ITUZAINGÓ”.
Tarea harto difícil la que emprende todo
historiador que pretende ser fiel y objetivo. Por eso el autor, amén de su
reconocida solvencia profesional en el periodismo, asume la sensata actitud del
que solo desea escribir la polifacética fisonomía humana e institucional del
pueblo donde brindó los mejores esfuerzos de su talento y de su hombría de
bien. Reconocemos que lo ha logrado en la medida en que ha sabido presentar un
cuadro completo de los más destacados valores humanos, de las principales
instituciones y de las innumerables obras de bien público y privado que dieron
relevancia a Ituzaingó.
Su principal mérito reside en su
reconocida honestidad periodística, puesta de manifiesto en su lenguaje directo
y sencillo, sin eufemismos retóricos innecesarios, factor importante para la
claridad y precisión de su narración, que resulta por tal motivo amena e
interesante.
Su obra constituye un jalón
historiográfico ponderable; es un valioso aporte para el conocimiento de su
“patria chica” y un sincero homenaje de su insobornable pluma periodística,
siempre al servicio de la verdad y de la justicia, a la ciudad de Ituzaingó.
Quiera Dios que esta publicación sirva
para emular en las actuales generaciones las virtudes, el sacrificio, el tesón
y hasta el heroismo de tantos insignes varones que con su testimonio
escribieron páginas de perdurable recordación, y que han sido recogidas por el
autor con sentimientos de homenaje y gratitud en su “HISTORIA DE ITUZAINGÓ”.
Firma: Miguel Raspanti, obispo de Morón.