En junio el
comisionado municipal Alberto Cabello designa para el cargo al señor Oscar
Faletti, funcionario de la Comuna y vecino de Ituzaingó. En agosto, en razón de
reiteradas interferencias del presidente de A.U.P.I. (Asociación Unión y
Progreso de Ituzaingó), pasa el señor Faletti a la Dirección de Abastecimiento
y en su reemplazo es nombrado el señor José Manuel Lema, también de la
localidad.
A partir del 5 de
noviembre del mismo año se desempeña en el puesto el señor Juan Carlos Tonelli.
Su iniciativa primera fue la de reestructurar el funcionamiento de la
dependencia, con el fin de que ésta pudiera realizar convenientemente las
tareas de su incumbencia, en sus distintos aspectos sanitario, cultural y
edilicio.
Debido a las
dificultades en que se desenvuelve la Delegación, las autoridades se abocan al
estudio de la edificación de un local propio,
previéndose que se levantaría en el terreno situado en la calle
Mansilla, única fracción libre de la manzana reservada para construcciones
públicas. Numerosas instituciones adhieren a la determinación, entre ellas el
Primer Congreso de Sociedades de Fomento (cuyas deliberaciones se llevaban a
cabo precisamente en ese lapso), las Cooperativas de Pavimento, el Centro
Cultural Bernardino Rivadavia, el Club Atlético Ituzaingó y el periódico
Noticiero Ituzaingó.
El día de la
celebración de un nuevo aniversario de la batalla de Ituzaingó, el 20 de
febrero de 1966, el señor A. Lelio Sánchez, presidente de dicha asamblea,
manifestó en su discurso:
“El Primer
Congreso Fomentista entiende que es imperativo de la hora proveer a Ituzaingó
de una delegación municipal que cumpla con sus funciones dentro del digno marco
que exige una ciudad moderna, plena de futuro como la nuestra, pues no es
posible aceptar que la Delegación continúe funcionando en las instalaciones que
por un término prudencial, ampliamente excedido, brindara al Municipio la
institución hermana Centro Cultural Bernardino Rivadavia. El ejemplar gesto fue
en su momento oportuna solución, pero hoy Ituzaingó exige y necesita más”.
Con las elevadas
miras anunciadas, el citado Congreso, en reunión plenaria realizada el 22 de
agosto, aprobó por unanimidad apoyar la gestión del señor Tonelli, tendiente a
la construcción del edificio en el solar ubicado en la calle Mansilla, entre la
iglesia parroquial y la institución cultural. Y lo hizo por dos razones
fundamentales: primero, por ser ése, en el centro de la ciudad, el único predio
municipal disponible, y luego por existir ya una partida de dos millones de
pesos votada a tal fin por la Municipalidad.
“No vamos tras
sueños imposibles de palacios fastuosos –agregó el orador- sólo aspiramos a la
concreción de algo posible, hoy y aquí, no quién sabe cuándo ni en qué lugar.
Las exigencias de la hora así lo requieren”.
Los ediles,
escribano Domingo E. Marino y señor Juan Carlos Idaberry, expresaron su
incondicional apoyo a la realización de la obra propiciada e iniciada con el
acto de la fecha, medida legal y plausible, y añadieron que gestionarían, si
ello fuera necesario, un refuerzo de partida para la terminación de los
trabajos.
Varios vecinos
comprometieron la entrega de materiales para el comienzo de la edificación,
demorada sin razón valedera. Tuvo la Municipalidad la oportunidad que se
levantara en ese lote de terreno el edificio para su delegación y también para
el Correo y el Registro Civil que funcionaban en vetustos e insalubres locales.
En cambio, se mandó retirar la piedra basal colocada solemnemente con la
presencia del propio jefe comunal señor José Nanoia y concejales de Morón.
Ese 20 de febrero
también asistieron el mayor Julio Delucchi, en representación de la Secretaría
de Guerra y el señor Julio V. Iturbide, por la Embajada del Uruguay.
Entretanto el
periódico “Dicho y Hecho” publica un artículo intitulado “Extraña piedra
fundamental”, donde se dice que la Delegación Municipal hace colocar la citada
piedra basal. El señor Tonelli, en el carácter de delegado municipal, aclara
que ésa no es la verdad y que asistió a la ceremonia como vecino y presidente
del Centro Cultural Bernardino Rivadavia.
Esta entidad, por
su parte, se dirige al presidente del Honorable Concejo Deliberante para
“imponerlo de un estado de cosas que puede llegar a ser dimensionado”.
“Oportunamente –comunica- cedimos parte de nuestras instalaciones para que
funcionara la Delegación Municipal y si así lo hicimos fue porque nos movió en
ese momento, como en el actual el deseo de prestar nuestro apoyo a todo lo que
redunde en beneficio popular. Por entonces se convino que la cesión era por el
término de un año, plazo ya vencido con exceso.
Si hacemos esta
aclaración no se debe en absoluto al hecho que la Delegación Municipal, sus
funcionarios o empleados crearan en ningún momento trastornos o inconvenientes
a la casa, más que los lógicos sufridos como consecuencia de no poder habilitar
para los fines específicos más locales”.
Y luego de esta
comunicación se produce lo inevitable. Autoridades municipales y ciertas
personas interesadas en el diferendo, deliberan acerca del reemplazo del Sr.
Tonelli. En el ámbito comunal ya se habla de lo mismo, y de igual manera.
Dirigentes de
sociedades de fomento, en conocimiento de estas versiones, se reúnen en
asamblea con el objeto de solidarizarse con el delegado y enviar una nota a las
autoridades para informarles sobre la diligente colaboración prestada en todo
momento por el Sr. Tonelli, intérprete del sentir del vecindario en sus
diversas inquietudes. Mientras, interinamente, el 19 de agosto es nombrado para
sustituirlo el Sr. Arístides E. Galli, de Ituzaingó. Confirmado en el cargo
como titular, renuncia en noviembre de 1967. En su lugar se designa al teniente
1º Carlos Quintín Rivero.
Dos proyectos se
elaboran en 1965 para la construcción de la delegación, los que son presentados
a la superioridad. La iniciativa de la institución local, A.U.P.I., consistía
en levantar en la plaza Gral. San Martín un centro cívico de tres cuerpos de
edificio. La Delegación Municipal elevó el suyo, ubicando la construcción en
terreno fiscal, sobre la calle Mansilla, con frente a la plaza 20 de Febrero.
Este plan tuvo el apoyo del Departamento Ejecutivo de la Comuna, de un amplio sector
del Concejo Deliberante y la adhesión del Primer Congreso de Sociedades de
Fomento de Ituzaingó. A pesar del notable interés expuesto y no obstante los
comentarios periodísticos de “Noticiero Ituzaingó” y “Noticias Nuestras”, en
procura que no se entregara a A.U.P.I. el solar de la calle Mansilla, éste le
fue adjudicado igualmente para la fundación de una escuela técnica industrial.
Se señalaba, además, que en terreno contiguo ya funcionaba otro colegio de
idénticas características y con dos años de antigüedad.
Con la ocupación
en 1972 de nuevas sedes por el Correo y Registro Civil, se dio por concluido el
entredicho y archivados ambos proyectos, pero quedó sin embargo claramente
demostrado que el primero era una utopía, y como tal, de imposible realización.
La comunidad de
Ituzaingó ha visto de buen grado la meritoria labor del delegado Sr. Rivero,
realizada con seriedad y eficiencia, en colaboración con el pueblo hacia el
cual ha volcado en toda ocasión sus esfuerzos a pesar de no contar frecuentemente
con los medios necesarios para el cumplimiento de su cometido, siempre
restringido e impreciso. Con motivo de habérsele pedido la renuncia al Sr.
Alberto H. Romero Oneto, por solidaridad, el Sr. Rivero dimitió siendo
sustituido por el señor Héctor O. Altamirano, de la Dirección de Automotores,
quien no pudo efectuar ninguna obra importante debido al corto plazo de su
gestión.
El nuevo
intendente municipal, señor Celso E. Zarlenga, designa para el cargo al señor
Eduardo L. Firpo, con gran complacencia de la población por cuanto el Sr.
Firpo, vecino y además conocedor de tales oficios reunía condiciones y méritos
para desempeñar el cargo. Asume el 9 de octubre de 1972.