DELEGACION MUNICIPAL DE ITUZAINGO


 La primera Delegación Municipal se instaló durante el gobierno del intendente César Albistur Villegas, ocupando la finca de la calle Sarandí (hoy Presbítero Villalonga) nº 827. Por considerársela de poca utilidad para el Municipio muy pronto fue retirada, no llegando a cumplir el año. En diciembre de 1960 se la crea nuevamente, fijándose, conforme al decreto 3739, la iniciación de actividades para el 1º de enero de 1961. Con lo dispuesto se iba a concretar un anhelo popular para la solución de numerosos asuntos pendientes, pero no se efectuó su apertura. En abril de 1963 se vuelve sobre el particular y se informa que funcionaría en dependencias del Centro Cultural Bernardino Rivadavia, gentilmente cedidas a tal efecto, sin cargo de arrendamiento.
En junio el comisionado municipal Alberto Cabello designa para el cargo al señor Oscar Faletti, funcionario de la Comuna y vecino de Ituzaingó. En agosto, en razón de reiteradas interferencias del presidente de A.U.P.I. (Asociación Unión y Progreso de Ituzaingó), pasa el señor Faletti a la Dirección de Abastecimiento y en su reemplazo es nombrado el señor José Manuel Lema, también de la localidad.
A partir del 5 de noviembre del mismo año se desempeña en el puesto el señor Juan Carlos Tonelli. Su iniciativa primera fue la de reestructurar el funcionamiento de la dependencia, con el fin de que ésta pudiera realizar convenientemente las tareas de su incumbencia, en sus distintos aspectos sanitario, cultural y edilicio.
Debido a las dificultades en que se desenvuelve la Delegación, las autoridades se abocan al estudio de la edificación de un local propio,  previéndose que se levantaría en el terreno situado en la calle Mansilla, única fracción libre de la manzana reservada para construcciones públicas. Numerosas instituciones adhieren a la determinación, entre ellas el Primer Congreso de Sociedades de Fomento (cuyas deliberaciones se llevaban a cabo precisamente en ese lapso), las Cooperativas de Pavimento, el Centro Cultural Bernardino Rivadavia, el Club Atlético Ituzaingó y el periódico Noticiero Ituzaingó.
El día de la celebración de un nuevo aniversario de la batalla de Ituzaingó, el 20 de febrero de 1966, el señor A. Lelio Sánchez, presidente de dicha asamblea, manifestó en su discurso:
“El Primer Congreso Fomentista entiende que es imperativo de la hora proveer a Ituzaingó de una delegación municipal que cumpla con sus funciones dentro del digno marco que exige una ciudad moderna, plena de futuro como la nuestra, pues no es posible aceptar que la Delegación continúe funcionando en las instalaciones que por un término prudencial, ampliamente excedido, brindara al Municipio la institución hermana Centro Cultural Bernardino Rivadavia. El ejemplar gesto fue en su momento oportuna solución, pero hoy Ituzaingó exige y necesita más”.
Con las elevadas miras anunciadas, el citado Congreso, en reunión plenaria realizada el 22 de agosto, aprobó por unanimidad apoyar la gestión del señor Tonelli, tendiente a la construcción del edificio en el solar ubicado en la calle Mansilla, entre la iglesia parroquial y la institución cultural. Y lo hizo por dos razones fundamentales: primero, por ser ése, en el centro de la ciudad, el único predio municipal disponible, y luego por existir ya una partida de dos millones de pesos votada a tal fin por la Municipalidad.
“No vamos tras sueños imposibles de palacios fastuosos –agregó el orador- sólo aspiramos a la concreción de algo posible, hoy y aquí, no quién sabe cuándo ni en qué lugar. Las exigencias de la hora así lo requieren”.
Los ediles, escribano Domingo E. Marino y señor Juan Carlos Idaberry, expresaron su incondicional apoyo a la realización de la obra propiciada e iniciada con el acto de la fecha, medida legal y plausible, y añadieron que gestionarían, si ello fuera necesario, un refuerzo de partida para la terminación de los trabajos.
Varios vecinos comprometieron la entrega de materiales para el comienzo de la edificación, demorada sin razón valedera. Tuvo la Municipalidad la oportunidad que se levantara en ese lote de terreno el edificio para su delegación y también para el Correo y el Registro Civil que funcionaban en vetustos e insalubres locales. En cambio, se mandó retirar la piedra basal colocada solemnemente con la presencia del propio jefe comunal señor José Nanoia y concejales de Morón.
Ese 20 de febrero también asistieron el mayor Julio Delucchi, en representación de la Secretaría de Guerra y el señor Julio V. Iturbide, por la Embajada del Uruguay.
Entretanto el periódico “Dicho y Hecho” publica un artículo intitulado “Extraña piedra fundamental”, donde se dice que la Delegación Municipal hace colocar la citada piedra basal. El señor Tonelli, en el carácter de delegado municipal, aclara que ésa no es la verdad y que asistió a la ceremonia como vecino y presidente del Centro Cultural Bernardino Rivadavia.
Esta entidad, por su parte, se dirige al presidente del Honorable Concejo Deliberante para “imponerlo de un estado de cosas que puede llegar a ser dimensionado”. “Oportunamente –comunica- cedimos parte de nuestras instalaciones para que funcionara la Delegación Municipal y si así lo hicimos fue porque nos movió en ese momento, como en el actual el deseo de prestar nuestro apoyo a todo lo que redunde en beneficio popular. Por entonces se convino que la cesión era por el término de un año, plazo ya vencido con exceso.
Si hacemos esta aclaración no se debe en absoluto al hecho que la Delegación Municipal, sus funcionarios o empleados crearan en ningún momento trastornos o inconvenientes a la casa, más que los lógicos sufridos como consecuencia de no poder habilitar para los fines específicos más locales”.
Y luego de esta comunicación se produce lo inevitable. Autoridades municipales y ciertas personas interesadas en el diferendo, deliberan acerca del reemplazo del Sr. Tonelli. En el ámbito comunal ya se habla de lo mismo, y de igual manera.
Dirigentes de sociedades de fomento, en conocimiento de estas versiones, se reúnen en asamblea con el objeto de solidarizarse con el delegado y enviar una nota a las autoridades para informarles sobre la diligente colaboración prestada en todo momento por el Sr. Tonelli, intérprete del sentir del vecindario en sus diversas inquietudes. Mientras, interinamente, el 19 de agosto es nombrado para sustituirlo el Sr. Arístides E. Galli, de Ituzaingó. Confirmado en el cargo como titular, renuncia en noviembre de 1967. En su lugar se designa al teniente 1º Carlos Quintín Rivero.
Dos proyectos se elaboran en 1965 para la construcción de la delegación, los que son presentados a la superioridad. La iniciativa de la institución local, A.U.P.I., consistía en levantar en la plaza Gral. San Martín un centro cívico de tres cuerpos de edificio. La Delegación Municipal elevó el suyo, ubicando la construcción en terreno fiscal, sobre la calle Mansilla, con frente a la plaza 20 de Febrero. Este plan tuvo el apoyo del Departamento Ejecutivo de la Comuna, de un amplio sector del Concejo Deliberante y la adhesión del Primer Congreso de Sociedades de Fomento de Ituzaingó. A pesar del notable interés expuesto y no obstante los comentarios periodísticos de “Noticiero Ituzaingó” y “Noticias Nuestras”, en procura que no se entregara a A.U.P.I. el solar de la calle Mansilla, éste le fue adjudicado igualmente para la fundación de una escuela técnica industrial. Se señalaba, además, que en terreno contiguo ya funcionaba otro colegio de idénticas características y con dos años de antigüedad.
Con la ocupación en 1972 de nuevas sedes por el Correo y Registro Civil, se dio por concluido el entredicho y archivados ambos proyectos, pero quedó sin embargo claramente demostrado que el primero era una utopía, y como tal, de imposible realización.
La comunidad de Ituzaingó ha visto de buen grado la meritoria labor del delegado Sr. Rivero, realizada con seriedad y eficiencia, en colaboración con el pueblo hacia el cual ha volcado en toda ocasión sus esfuerzos a pesar de no contar frecuentemente con los medios necesarios para el cumplimiento de su cometido, siempre restringido e impreciso. Con motivo de habérsele pedido la renuncia al Sr. Alberto H. Romero Oneto, por solidaridad, el Sr. Rivero dimitió siendo sustituido por el señor Héctor O. Altamirano, de la Dirección de Automotores, quien no pudo efectuar ninguna obra importante debido al corto plazo de su gestión.
El nuevo intendente municipal, señor Celso E. Zarlenga, designa para el cargo al señor Eduardo L. Firpo, con gran complacencia de la población por cuanto el Sr. Firpo, vecino y además conocedor de tales oficios reunía condiciones y méritos para desempeñar el cargo. Asume el 9 de octubre de 1972.