LA ELECTRICIDAD EN ITUZAINGO


Siempre los adelantos, fueran técnicos, científicos o de cualquiera otra naturaleza, llevaron prosperidad a las comunidades, trasmutando en los individuos el panorama común y rutinario de los pueblos. Cuando al cerrarse la tercera década de 1900, el servicio de alumbrado de la Compañía Argentina de Electricidad se hizo presente en las calles y hogares de Ituzaingó, el suceso constituyó un venturoso acontecimiento recibido con particular interés por el comercio, la industria y por todos los vecinos.
A un costo menor que por el precio que motiva el candil o la vela, uníanse evidentes beneficios de luminosidad, limpieza y seguridad, con lo cual se apresuró el desarrollo económico en esta localidad. Notable fue la transformación operada por el alumbrado público de los barrios, cercanos o alejados, pues permitió a peatones y carruajes el paso por lugares otrora difíciles o imposibles de recorrer por peligrosos.
Avanzando en el tiempo, el imprevisto crecimiento de habitantes –que por lógica demandó mayor consumo de energía- la población se encontró de pronto con sucesivos cortes de luz o disminución de voltaje. Al prolongarse sin fecha la inercia oficial al respecto, el abastecimiento del fluido eléctrico se tornó deficitario, originando en los hogares y comercios serios perjuicios, como la quema de aparatos en general, la pérdida de alimentos perecederos, y la continua incomodidad de hallarse sin corriente.
Paulatinamente, empero, fueron subsanándose estos males. La empresa SEGBA, según lo dispuesto por su directorio, a mediados de diciembre de 1965 dio comienzo a los trabajos para la instalación de la dependencia correspondiente en el solar de la calle Mansilla 935, con la finalidad de evitar a las personas la concurrencia a Morón para cumplir con trámites inherentes al servicio o simples reclamos.
En 1961, un grupo de comerciantes inicia la colocación de focos a gas de mercurio en las calles centrales, promoción extendida poco más tarde a numerosas otras arterias.
La apertura de la sucursal tuvo efecto en enero de 1968, beneficiando hoy a unos treinta y ocho mil usuarios radicados en Ituzaingó y en Castelar. Cerca de 300 personas concurren diariamente a la oficina. Desde hace unos tres años el señor Hugo Ulauss es el encargado de la dependencia.