Bajo un mismo
capítulo se incluyen dos departamentos claves en el orden civil; si bien
ocupando cada uno de ellos fincas separadas, ambas por largos años funcionaron
en locales ruinosos, enteramente inapropiados para la prestación de los
servicios de Correos y Telecomunicaciones y Registro Provincial de Personas.
Según informa el
Anuario de Correos y Telégrafos en 1879 se crea en Ituzaingó la estafeta postal
cuya atención como era costumbre, estaba a cargo del jefe de la estación del
ferrocarril. El señor D. C. Millán lo desempeñó en primera instancia y luego el
señor Osvaldo Coquet. En 1883 el servicio del estafetero era “ad honorem”, y
entre ellos figuró el señor Angel Pablo Bagnacedri. En 1902 se reorganiza
Correos y revista Ituzaingó en el distrito I, categoría 24. En diciembre de
1915 pasa a la categoría 20 y en octubre de 1920 se crea la oficina postal al
tiempo que se eleva a la clase 15, y ocupa por entonces una finca en la calle
Olivera entre Mariano Acosta y Rondeau. Su primer jefe fue la señora de Sánchez
y el primer cartero Juan Carlos Bellotta.
El 2 de enero de
1925 se autoriza el funcionamiento provisorio con horario limitado de la nueva
oficina de telégrafo, y sus servicios se habilitan el 18 de diciembre. Es
declarada oficina mixta en 1926. Por resolución del 12 de julio de 1935 se
consigna el carácter y la denominación de sucursal nº 87 mixta, con igual
organización y dependencias que las de Capital Federal.
La Dirección de
Correos y Telecomunicaciones, vista la importancia de la ciudad, el 10 de marzo
de 1971 promueve la sucursal de tercera a primera categoría. En lo que respecta
a su ubicación, de la calle Olivera pasó a Av. Rivadavia entre Gascón y
Medrano, y luego a Rivadavia 21.580. Ya en aquellos años se consideraba
inconveniente esta finca. Los empleados debieron realizar en varias ocasiones
fuera del horario de las tareas específicas, sin cargo alguno para la
dependencia, pacientes trabajos de mejoras, colocación de tabiques, confección
y arreglos de armarios, reparación de pisos, pinturas de techos y paredes; en
pocas palabras, sintieron constante preocupación por remozar las oficinas,
tornarlas más habitables y dotarlas de mayores comodidades para el público.
El telegrafista y
el personal dedicado a la clasificación de la correspondencia se vieron en la
necesidad, frecuentemente, de trasladarse a otro sitio de la casa para
continuar su labor debido al mal estado de los techos, pues la lluvia pasaba a
través de los cielorrasos, cayendo sobre las mesas de trabajo, con daño para
los aparatos de telégrafo, teletipo y otras máquinas.
La Dirección de
Arquitectura prometió intervenir reiteradas veces, pero nunca mejoró el
deplorable estado del edificio, viejo, estrecho e insalubre.
El 10 de agosto
de 1949, en virtud de la Ordenanza nº 1324, refrendada por el intendente don
César Albistur Villegas, el Honorable Concejo Deliberante de Morón donó al
Gobierno Nacional el terreno de propiedad municipal situado en la intersección
de las calles Soler y Mansilla, a fin que se construyera el local donde
funcionaría la sucursal de Correos y Telegrafos, pero las autoridades
nacionales, a pesar de la donación, no prestaron el apoyo necesario y la
dependencia no se levantó. En la fracción de tierra ofrecida, más tarde se
construyeron el Centro Cultural Bernardino Rivadavia y la Sala de Primeros
Auxilios.
En 1961 la
Secretaría resuelve reemplazar la vetusta casona de Av. Rivadavia por una nueva
construcción a edificarse por la Dirección de Arquitectura. A tal efecto, llama
a licitación para el 17 de octubre de ese año, con un presupuesto oficial de
pesos moneda nacional 3.168.000.
El resultado fue
negativo, como ocurrió en nuevas fechas. Dentro del segundo Plan de Gobierno se
asigna al Ministerio de Telecomunicaciones medio millón de pesos viejos para la
construcción de la sucursal de Ituzaingó.
De este modo, sin
pena ni gloria, transcurrieron los años, para los usuarios, siempre mayores
molestias, soportar las inclemencias del tiempo y hacer largas colas en la
calle antes de ser atendidos, anormalidad que se prolongó hasta 1972.
En el mes de
abril se instala en el local, reacondicionado de la calle 24 de Octubre nº 773
que dejara libre Teléfonos del Estado al trasladar sus oficinas al edificio de
su propiedad en la calle Juncal. Indudablemente, otra es la situación ahora y
mejores las comodidades que disfrutan el personal y el público. Fueron jefes de
la dependencia los señores: Francisco Norúa, Diego Carretero, Angel Piantoni,
N. Barbieri, Juan C. Tonelli, Aldo Plá, Ramón A. Alcalde y el actual, Emilio
Bartolo.
Con el fin de
facilitar la labor de su personal y por razones de mejor servicio se han
establecido recientemente estafetas postales en los barrios Villa León,
Aeronáutico, Pintemar, Villa Ariza, Pedro Zanni, Villa Irupé, Villa Unión de
las Naciones y en la Galería Soler.
Algo semejante o
tal vez peor ocurrió en el Registro Civil, cuyas oficinas –de algún modo hay
que llamarlas- ofrecieron un triste espectáculo en las últimas décadas. En
1908, fecha de su creación, ocupó un inmueble de la calle Mariano Acosta; si
bien modesto, era amplio y con relativas ventajas. En 1917, mudóse al local de
la calle 24 de Octubre, casi Los Pozos y en 1934 al nº 932 de la misma arteria,
de reducida superficie, donde apenas cabían algunos escritorios, una mampara y
otros elementos más, todo en desordenada disposición por la falta de espacio
vital.
Diversas
reparaciones, las más urgentes, pudieron realizarse con peculio del señor
Natal, su jefe. Faltaban, asimismo, aunque pareciera absurdo, servicios comunes
y aun una canilla de donde extraer agua. En el caso de necesitarse el baño,
debíase concurrir a la casa de algún vecino benévolo y tolerante o a algún
comercio de las inmediaciones. Algo insólito e inconcebible. En suma, también
este local, al igual que el de Correos, insuficiente, incómodo, y en total
estado de abandono.
Con miras a
obtener una solución frente a tan grande ruindad, en repetidas fechas se
elevaron notas a la Gobernación y a los intendentes municipales para que
coadyuvaran a subsanarlo, pero siempre, como siempre, la negativa absoluta a
pesar de las promesas.
En 1970 se
solicitó en alquiler un edificio donde instalar la dependencia; nada pudo
concretarse y el Registro Civil siguió, en desmedro de la atención debida a los
habitantes, en el lugar que el destino le fue asignado por muchos años.
Se llegó a tal
extremo que el Delegado Municipal estableció a partir del mes de agosto de 1971
que el cambio de domicilio determinado por la ley 17.671 para preparar el nuevo
padrón electoral, se efectuara en la sede de la Cooperativa Futuro de
Ituzaingó, para lo cual la entidad autorizó el uso de la sala del Consejo de
Administración.
Las uniones
matrimoniales se celebraron también allí; los primeros contrayentes (5 de
agosto)fueron la señorita Severina Fernández de 58 años de edad y el señor
Alonso Mier, de 66, ambos asilados en el Hospital de Geriatría Gral. Martín
Rodríguez. A partir del 22 de setiembre del mismo año esas tareas continuaron
desarrollándose en locales del Club Atlético Ituzaingó.
Desde el mes de
febrero de 1972 tiene asiento en edificio propio en la calle Gral. Lucio N.
Mansilla 714, con los ambientes necesarios para la instalación de la
dependencia y particularmente para la debida atención del público.
Entre los años
1909 y 1972, fueron jefes del Registro los señores: Bartolomé Natal, Ernesto J.
vanoli, Eduardo A. Bonora, Leonardo Verno Costa, César A. Lamina, Alberto J. J.
Juliano, Federico N. Spinosa, Pedro Tomás Telechea y Bartolomé Hugo Natal. El
señor Natal padre totalizó en distintos períodos 13 años de servicios; el señor
Natal hijo se desempeña desde el 11 de julio de 1956.