¿La acción bélica
de Ituzaingó forma parte de una brillante constelación de hechos de guerra no
comunes. Tiene su resonancia, aun cuando no se pudo sacar todo el partido que
se debió obtener en la oportunidad. El 3 de enero de 1826 el general Juan Gregorio
de Las Heras, encargado del Poder Ejecutivo de la Nación, lanzó una proclama
aceptando en nombre de la Patria, la guerra declarada en forma descomedida por
el Imperio del Brasil. El ejército patriota, que no hizo la guerra para lograr
conquistas territoriales o sojuzgamientos, sino para coadyuvar con su esfuerzo
y el sacrificio de sus hombres a la emancipación americana, tuvo que luchar
contra efectivos fogueados en los campos de batalla y compuestos por aguerridos
teutones en número mayor y con mejores pertrechos.
El valor de
nuestros soldados, entre los cuales se hallaba una división oriental, demostró
sin embargo ser sorprendente. Tras los encuentros de Bacacay y Ombú, favorables
a las fuerzas republicanas, en las proximidades del arroyo Ituzaingó, en
territorio brasileño, se desarrolla una nueva batalla, saliendo victorioso el
ejército de la Patria frente al del Imperio del Brasil que comandaba el marqués
de Barbacena. El 20 de febrero de 1827, tras largas horas de combate y cargas
impetuosas, con la cooperación de Iriarte, Lavalleja, Paz y otros, el general
Alvear consigue el triunfo. En la refriega mueren el Cnel. Brandsen y el
capitán Besares. 1200 hombres enemigos quedan en el campo; de los nuestros,
entre muertos y heridos poco más de 400. A fines de noviembre los héroes de
Ituzaingó regresan a Buenos Aires, donde el pueblo los recibe con delirio. El
gobierno de Rivadavia acuerda un cordón de honor a los vencedores.
Como consecuencia
de esta campaña –dice el historiador Cnel. Best- ninguno de los adversarios
principales consiguió el objetivo político por el que se realizó la guerra,
pero sí lo obtuvo el participante más interesado en ella, la Banda Oriental del
Uruguay que logró su independencia”.
Carlos María de
Alvear nació en Misiones el 25 de octubre de 1789, hijo del capitán de fragata
español Diego de Alvear y de Josefa Balbastro, porteña. Inició su carrera
militar en España, en el Cuerpo de Cazadores Reales. Combatió contra los
franceses; en 1812 volvió a Buenos Aires con San Martín y otros patriotas. En
1813 fue nombrado presidente de la Asamblea General Constituyente. En 1834,
siendo jefe de las fuerzas sitiadoras de Montevideo, obliga a capitular al
Gral. Vigodet. En 1815 es Director Supremo, reemplazando a su tío Gervasio
Posadas. Con motivo de la revolución de Fontezuelas, emigra al Brasil. En 1824
es enviado en misión diplomática a Inglaterra y Estados Unidos, y en 1826 se le
designa general en jefe para la guerra del Brasil, cubriéndose de gloria en
Ituzaingó.
Desempeñóse como
ministro plenipotenciario en Estados Unidos de Norteamérica, donde falleció en
1852, siendo repatriados sus restos en 1854. Fue hábil militar y distinguido
escritor. Su nombre completo: Carlos Antonio Josef Gabino del Angel de la
Guardia de Alvear.
Federico de Brandsen.
Nació en París el 28 de noviembre de 1785. Asistió a las campañas de Alemania e
Italia, combatiendo al lado de Napoleón I. En 1817 vino al Río de la Plata y se
incorpora al Ejército de los Andes, con el grado de capitán. Luego de tomar
parte en diversas acciones, en 1826 pasa a combatir contra el Brasil, con el
grado de coronel mayor y jefe del I de Caballería de Línea. Muere gloriosamente
en la batalla de Ituzaingó y sus cenizas fueron repatriadas en 1828. Culto,
leal y hombre ejemplar. Argentino por el noble ideal que lo trajo a nuestra
tierra. El Gobierno de la Provincia de Buenos Aires dio su nombre a uno de sus
distritos, creado en 1875.
Manuel Besares.
Nació en Santiago del Estero en enero de 1792. En 1810 ingresó en el Ejército
del Alto Perú. Luchó en Tucumán y Salta. Sus grados fueron siempre conquistados
en acciones de guerra. Siendo Tte. Cnel. Cuando forma en el Regimiento 2 de
Caballería de Línea, creado el 10 de enero de 1826, por decreto del gobernador
de Buenos Aires, Gral.Las Heras, con el fin de participar en la guerra contra
el Brasil. La muerte del comandante Besares, bizarro jefe, se produjo por el
rebote de bala de metralla que le llevó la mitad de la cara y de la cabeza. El
regimiento arriba mencionado, después de luchar en Ituzaingó a las órdenes del
general Alvear, lo hizo contra Quiroga a las órdenes de Paz, y en la expedición
de Rosas al desierto. Fue disuelto araíz de la batalla de Caseros, pero en 1853
se reorganizó al mando del general Paunero, y luchó contra los indios en la
campaña dispuesta por Adolfo Alsina.
El vencedor de
Ituzaingó y el jefe del Regimiento I de Caballería de Línea, tienen sus tumbas
en el cementerio del Norte (Recoleta), de Buenos Aires. Se hallan emplazadas a
la entrada de la necrópolis, exactamente frente a frente, y ambas declaradas
monumentos históricos nacionales por resolución nº 12806 del 2 de octubre de
1946.
El sepulcro del
general Alvear es un gran arco rectangular, marmóreo, en lo alto del cual se
encuentra esculpida la leyenda “General Alvear”. En el mismo mausoleo están
sepultados el ex presidente de la Nación, Dr. Marcelo T. de Alvear, fallecido
en 1942, y el primer intendente de Buenos Aires, don Torcuato de Alvear,
fallecido en 1890.
Sencillo, de
estilo francés, es el monumento erigido en 1890 en memoria del coronel
Brandsen. En lo alto de una columna se halla el busto. Su inauguración, por
encargo de la Municipalidad, se efectuó con los auspicios del Club Gimnasia y
Esgrima, presidido entonces por el señor Tomás Santa Coloma, casado con una
hija del heroico militar. En las caras que forman la base del monumento se lee:
La Municipalidad de Buenos Aires reconocida a los servicios del Cnel. Federico
de Brandsen – El Pueblo Argentino a Brandsen y a sus compañeros de gloria
caídos en Ituzaingó – Muerto en Ituzaingó al frente de su regimiento – Nacido
en París el 28/11/1785.
La Comisión
Nacional de Museos y Monumentos Históricos propuso al Superior Gobierno que
numerosos sepulcros del cementerio de la Recoleta fueran declarados monumentos
históricos. El decreto nº 3039/46 del Poder Ejecutivo que lleva la firma del
presidente Edelmiro J. Farrell, señala que es obligación del Estado velar por
la conservación y custodia de los sepulcros donde se guardan sus despojos y de
acuerdo con la ley 12665 declara monumentos históricos los de muchos próceres,
entre los cuales se hallan, expresamente indicados los del general Alvear y del
coronel Brandsen.
Las
investigaciones realizadas por la Dirección de Estudios Históricos no han
permitido encontrar antecedentes para determinar dónde descansan los restos del
personal militar fallecido en acciones de guerra contra el Imperio del Brasil,
como tampoco existen en el acervo documental que se posee. Se aprecia que
podría ser posible que los mismos se encontraran en los lugares donde se
llevaron a cabo dichas acciones, es decir, al norte de Yaguarí, sobre el arroyo
Bacacay, en la margen sur del río Ibicuy, en las inmediaciones del Paso de Ombú
y en las cercanías del arroyo Ituzaingó.
El general
Mansilla, encargado del Estado Mayor General del Ejército, desde el cuartel
general en marcha, con fecha 6 de marzo de 1827, remite al Ministro de Guerra y
Marina la nómina de los muertos y heridos en la acción.
Del Reg. 1 de
Caballería, mueren el coronel Federico Brandsen (su jefe), el capitán Miguel
Marcó, los tenientes Ignacio Lavalle y José Ignacio Molina y el alférez Domingo
Cavral. Del Reg. 2 de Caballería, comandante Manuel Besares y el teniente José
María Delgado, Del Escuadrón de Coraceros, alférez Agustín Ibarguren, Del Batallón
5 de Cazadores, capitán Bruno Escobar. De la División de Vanguardia, Reg. De
Dragones Orientales, Tiradores, teniente Cipriano Bustamante, De la Primera
División de Vanguardia al mando del Cnel. Manuel Oribe, teniente 1º Ignacio
Berro y el ayudante mayor Máximo González. Del Reg. Dragones Libertadores,
capitán Lucio Donado y teniente Bernardino Villanueva, De la Segunda División
de Vanguardia Regimiento de Milicianos, Maldonado, capitán Luciano La Rosa.
Argentinos
muertos (2 jefes, 7 oficiales y 74 hombres de tropa): 83.
Argentinos
heridos (13 oficiales y 118 hombres de tropa): 131.
Argentinos
dispersos (1 jefe y 14 hombres de tropa: 15.
Uruguayos muertos
(9 oficiales y 67 hombres de tropa): 76.
Uruguayos heridos
(12 oficiales y 110 hombres de tropa): 122.
Total general:
427.
Zufriategui,
Olazábal, Lavalle, Alvear, Iriarte, Serrano, Chilavert, Pirán, Oribe, Arena,
Besares, Mansilla, Brandsen, Soler, Medina, Paz, Lavalleja, Olavarría,
Martínez, Pacheco, Trolé, Díaz, Gómez, Garzón, Olivera, Correa, Deheza, De la
Cruz, Delgado, Aguirre, Rojas, Vilela, Alegre, Cabo Olivera, Soldado Barbosa,
son todos nombres familiares para los vecinos de Ituzaingó. Ellos fueron
impuestos a las calles de la ciudad al efectuarte, acertadamente, una revisión
y reestructuración de la nomenclatura. Por Ordenanza nº 866 del H. Concejo
Deliberante del 11 de enero de 1940, se aprueba el proyecto elevado por el
Departamento Ejecutivo, que integraban el ingeniero municipal Arq. Angel Silva,
el cura párroco Dr. Félix Bollo, Raúl A. Goyaud, Marcelo Tomadoni, Enrique
Barthe, Florestano Andrade, y como jefe de Catastro el Dr. Alberto Cané,
inspirados a designar las calles con el nombre de figuras consagradas de la
historia patria y que tienen atingencia directa con el nombre de Ituzaingó, o
bien acontecimientos de vida institucional o de recordación de vecinos de la
localidad, materializando el homenaje a que se han hecho acreedores.
El Gral. Alvear
tiene su estatua ecuestre, majestuosa y de alto vuelo, cual perenne homenaje
del bronce y del mármol, en un recodo de la Avda. del Libertador, lugar muy
cercano a la antigua iglesia del Pilar, contigua al cementerio de la Recoleta,
de Buenos Aires. En su base, cuatro alegorías, la Elocuencia, la Libertad, la
Fuerza y la Victoria, complementan el monumento. Es posiblemente la mejor obra
del escultor francés Antonio Bourdelle. Fue inaugurada en octubre de 1926.
CANTO A LA
BATALLA DE ITUZAINGÓ
Apenas despunta
el sol
Ha de empezar la
batalla.
El enemigo está
fuerte
Y no hay que
darle ventaja.
Ruge el cañón
vomitando
Su mortífera
metralla,
Piafa, excitada y
ansiosa,
La nutrida
caballada.
¡Adelante! Los
valientes.
¡Adelante! Y a la
carga…
Lavalleja, sable
en mano.
Por la izquierda
se adelanta,
Zufriategui,
Olavarría,
Medina y Paz a su
espalda;
Soler, Laguna,
Olivera,
Como una enorme
tenaza,
Se cierran
inexorables,
Sobre la enemiga
masa.
Coraceros y
dragones
A izquierda y
derecha avanzan.
Oribe, Arenas,
Deheza,
Todos a un tiempo
se lanzan,
Sorprendiendo al
enemigo,
Que en vez de
atacar, escapa.
Y allá van
Vilela, Iriarte,
Rojas, Lavalle,
Olazábal.
Persiguiendo a
los restantes
Que huyen en
desbandada.
La muerte ya hizo
su obra.
Ya terminó la
matanza.
Hay un silencio
tremendo
En la tierra
ensangrentada.
Muchos trofeos
quedaron,
Bagaje, banderas,
armas,
Pero también
muchas vidas
Quedaron allí
segadas.
Y va el general
Alvear
A su tienda de
campaña
A redactar paso a
paso
El parte de la
batalla.
Rendido, escribe
la lista
De jefes, que en
la jornada
Con su coraje le
dieron
Otra victoria a
la Patria.
Después, entorna
los ojos,
Inclina la
fatigada
Cabeza, y en un
suspiro
Derrama,
ardiente, una lágrima.
Han vuelto Trolé
y Mansilla,
Pirán y Arengreen
descansan;
También los demás
volvieron…
Menos dos, en una
carga,
Avanzó el coronel
Brandsen
Y pagó cara su
hazaña,
Pues quedó de
cara al cielo,
En el campo de
batalla.
También la
angustia lo tuvo
Estrujándole
hasta el alma
Cuando supo que
el rebote
Traicionero de
una bala
Sesgó el aliento
a Besares,
En su coraje de
Patria.
Han pasado muchos
años.
Ha habido muchas batallas,
El que ayer fuera
enemigo,
Hoy, sin rencor,
nos abraza,
Bendito sea el
amor
Que nos une y nos
hermana.
Bendita sea esa
sangre,
Tantas veces
derramada.
Y benditos estos
nombres
Que en históricas
jornadas
Nos lo dieron
todo, todo
Sin reclamar
nada, nada…
¡Bendita sea la
Paz!
¡Bendita sea la
Patria!
Emma D. B. de
Castromil
(para “Noticiero
Ituzaingó”, enero 1963).
DECRETO QUE
ACUERDA UN CORDON DE HONOR A LOS VENCEDORES EN ITUZAINGO
Tributo a la
memoria de Brandsen y Besares
Buenos Aires,
marzo 19 de 1827
Las marchas y
maniobras del Ejército al mando del Brigadier General don Carlos de Alvear en
el territorio del Brasil, hacen un honor distinguido a los fastos militares de
la República Argentina; los brillantes combates de Bacacay y del Ombú, y la memorable
batalla y victoria de Ituzaingó, elevan a un grado eminente la gloria y
esplendor de nuestras armas y se colocan sobre los grandes hechos que las
ilustran.
El Gobierno
reconoce el aprecio y gratitud que se debe a los vencedores del Ejército
Imperial y deseando acordarles un premio proporcionado a sus méritos, reserva
para la terminación de la guerra aquella parte de él que en la época presente
sería inconciliable con la dignidad de la Nación y con los apuros del Erario;
sobre estos principios el Presidente de la República ha acordado y decreta:
Art. 1º) Todos los individuos pertenecientes al Ejército de Operaciones en el
territorio del Brasil, que se hallaron en la batalla de Ituzaingó, usarán el
distintivo de un cordón de honor que penderá del hombro izquierdo y se enlazará
en el ojal de la casaca del costado derecho con las distinciones siguientes:
-El General en Jefe, de oro encadenado con borlas y cabetes del mismo metal.
–Los Generales, el mismo cordón y cabetes sin borlas. –Los Jefes, cordón de plata
con borlas y cabetes de lo mismo. –La oficialidad el mismo cordón y cabetes sin
borlas. –Los sargentos y cabos, cordón de seda blanco, la tropa cordón de lana
celeste. Art. 2º) A todos los individuos que por la gracia anterior se les
hubiese cumplido el tiempo de su empeño, serán precisamente licenciados a la
terminación de la guerra, y se les abonará, por el exceso de tiempo que
hubieren servido, el sobre sueldo mensual que asigna la ley de 10 de setiembre
de 1824. Art. 4º) El Coronel del Regimiento primero de línea, don Federico
Brandsen, y el Comandante de Escuadrón del segundo, don Manuel Besares, que
murieron gloriosamente en el campo de batalla, pasarán siempre revista de
“presente” en dichos cuerpos, respondiendo por el primero el Coronel y por el
segundo el teniente coronel y perpetuando de este modo su digna memoria. Art.
5º) El Ministro Secretario de Guerra y Marina queda encargado de la ejecución
de este decreto, que se comunicará a quienes corresponda y dará al Registro
Nacional.
Rivadavia –
Francisco de la Cruz
PROCLAMA DEL
GENERAL ALVEAR
Antes de entrar
en territorio brasileño, el general Alvear dirigió a los soldados orientales
una proclama fechada en el cuartel general en marcha el 24 de diciembre de
1826, que dice: “Orientales, “la hora deseada de todos ha llegado; las legiones
de la República está en marcha sobre la frontera enemiga; dejad vuestras
ocupaciones ¡bravos de Sarandí!, empuñad el acero y venid a llevar la libertad
a vuestros vecinos: mostrad al mundo la diferencia que hay entre pechos
republicanos y los que están agobiados bajo un cetro de hierro.
El Imperio
prepara nuevas cadenas para esclavizarlos; preparemos nosotros coronas de
flores para los pueblos del Brasil que van a romper sus grillos y que van a
aparecer por primera vez en el mundo de los libres. ¡Orientales! Venid a
engrosar las filas de los soldados de la República. Pueblo de valientes que
tantas veces habéis aspirado a la gloria, no perdáis la mejor ocasión de
coronaros de ella. Venid a ver los pueblos que dominan vuestros antiguos
opresores, y de donde salieron las cadenas que habéis arrastrado por diez años.
Todo otro interés que no sea el de combatir por la libertad e independencia
nacional en esta guerra sagrada, es indigno de vuestro valor y de vuestro heroísmo;
él os acarrearía cien años de esclavitud”.
El general en
jefe del Ejército de la República, a los habitantes de la Banda Oriental.
MARCHA DE
ITUZAINGO
Considérase una
de las más antiguas del Ejército Argentino, de autor anónimo, pero es tradición
que dicha composición musical fue escrita por el emperador del Brasil, don
Pedro I, que poseía grandes disposiciones para la música y demás artes y que la
tenía destinada a tomar el nombre de la victoria del Ejército Imperial.
La partitura fue
hallada entre los efectos y material de guerra tomados a los enemigos y
precisamente en la mochila de un soldado muerto. Cumpliendo con el deseo
manifestado en la nota de dar a la pieza musical el nombre de una gran batalla,
cuya victoria correspondió a nuestras tropas y no ya a las de Brasil, la
oficialidad argentina la designó con el título de Marcha de Ituzaingó,
ejecutándose por las bandas del Ejército Patriota el 25 de mayo de 1827. Es una
marcha solemne, que se toca exclusivamente para rendir honores a la Bandera y
al presidente de la Nación. No tiene letra.
EL GOBIERNO
NACIONAL ENVIA AL SEÑOR PRESIDENTE DEL SENADO DEL CLERO LAS BANDERAS TOMADAS EN
ITUZAINGO PARA QUE SEAN COLOCADAS EN LA IGLESIA CATEDRAL (borrador)
Abr. 9 de 1827
Las tres banderas
que el Ejécito Republicano arrancó al enemigo en los campos gloriosos de
Ituzaingó aumenta dignamente, el nº de trofeos que adornan a la Repubca, en su
historia militar y que el Gobº ha depositado en el templo del Ser Supmo. Como
un tributo de justo homenaje de reconocimto. A las bondades y protección que ha
recibido del altísimo. El Mintro. Que suscribe cumpliendo con las orn. Del
Gobno. Tiene la satisfacción de ponerlas en manos del S. Presidte. Del Senado
del Clero para que sean colocadas en la Sta. Iglesia Catedral en la forma que
está acordada por punto gral.
Con tal motivo el
infrascripto espera que el S. Presidente del Senado del Clero le pasará una
razón detallada de todas las banderas que existan en dha. Iglesia, expresando
todas las circunstancias que tengan relación a su historia, y de que haya
constancia en los archivos del Senado.
Al Sor. Precidte.
Del Senado del Clero
Estas banderas
depositadas en efecto en la Iglesia Catedral, el 8 de abril de 1892, la Curia
Metropolitana las entrega en donación al Museo Histórico Nacional. En el
catálogo de objetos recibidos, Campaña del Brasil, Banderas, se registra: Nº
3755, R. 3 de Cab. De 1800x1500, Nº de objeto 1957 – Nº 3759, 3 Cp., de 1710 x
1260, Nº de objeto 1910 – Nº 3760, 3 Cp. De 1710 x 1280, Nº de objeto 1924.
Se indica una
cuarta: Nº 3755 de 1360x860, Nº de objeto 1943, donada igualmente por la Curia
Metropolitana en la misma fecha. Un quinto trofeo se consigna: Nº 3756 3 Cp.
1400x850, donado el 21/11/1893 por Eugenio Pérez del Cerro, Nº de objeto 1948.
Asimismo, se indican: Nº 3636, el General Alvear en la batalla de Ituzaingó,
óleo sobre tela de 2220x3000, artista E. Boutigny, donación de don Carlos María
de Alvear, 14/5/1935. Objeto Nº 1945, pluma con que se firmó la Convención
Preliminar de Paz con el Brasil; un tambor tomado a los brasileños; sables
tomados en la batalla; forros pistoleros exteriores de arzón; guijarros y un
plato de vajilla del Marqués de Barbacena, que perteneció al general Miguel
Soler; y también escudos de oro y plata, y cordones de oro, que fueron de
militares que participaron en la batalla de Ituzaingó.
ANECDOTAS
Frente al
enemigo. La Nación estaba en guerra con el Imperio del Brasil, y el Ejército
Argentino, al mando del general Alvear, acampado en Caciquí, en las
proximidades del arroyo de Ituzaingó. El marqués de Barbacena mandaba el
ejército imperial, y pretendiendo sorprender al argentino, fue sorprendido y
deshecho por éste, el día 20 de febrero de 1827. La batalla, que fue base de la
terminación de la guerra, es conocida en nuestra historia con el nombre de
Ituzaingó. Dos días antes de esa batalla, algunos jefes argentinos,
descontentos por el estado general del ejército que empezaba a carecer de todo,
armaban una conspiración para quitar el mando al general Alvear. Unos querían
elegir a Lavalleja y otros a José María Paz, el primero general y el segundo
coronel, entonces. El debate delicado y difícil empezaba a enardecerlos, cuando
se presentó el sargento mayor Chilavert, militar de honor y de carácter.
Informado acerca
del asunto, se levantó inmediatamente del asiento: “¡Esto es una traición a la
patria! –exclamó; y como pretendieran arrestarlo, agregó: ¡Ante los sagrados
deberes para con la patria, sacrificaré todo otro deber y juro que cruzaré mi
espada con cualquiera que pretenda llevar adelante este atentado frente al
enemigo!”.
Esta nobilísima y
enérgica actitud sofocó de inmediato la conspiración.
Los Regimientos
son de la Nación. En la batalla de Ituzaingó, el coronel José María Paz, jefe
del regimiento 2, dio una brillante carga con una audacia que más tarde coronó
la victoria. Esta maniobra inesperada y extraña a las órdenes dadas por el
general en jefe, hizo variar la colocación del ejército.
El general
Alvear, en rueda de oficiales superiores, no aprobó la conducta del coronel
Paz, entablándose entonces este diálogo: La carga llevada por el coronel Paz ha
sido brillante, exclamó el coronel Deheza. –Ha dado una carga sin precedente
por la que merecería un castigo, replicó Alvear. –Señor general, observó
Deheza, el coronel Paz la ha llevado para salvar el honor de su regimiento. El
regimiento -contestó el general Alvear- no es del coronel Paz, sino de la
Nación. El coronel Paz es un bravo a quien estimo; pero la primera calidad de
un soldado es la subordinación. (Del libro “Páginas Argentinas” de José Manuel
Eizaguirre.
Un sobrino
presuntuoso. En su juventud, el general Alvear fue arrogante, apasionado y
presuntuoso. En cierta ocasión le habría manifestado a su tío materno, Gervasio
A. de Posadas: “Tío, soy joven, rico, bien parecido, elocuente, tengo genio y
hasta he alcanzado gloria. ¿Qué me falta para lograr el éxito?”. Juicio –le
habría replicado el astuto don Gervasio.
Elocuente
respuesta de Alvear. Al finalizar la guerra contra el Imperio del Brasil, el
periódico porteño “El Correo” censuraba al general Alvear y le inquiría el
motivo por el cual el ejército estaba desarrapado y sin ropa. A lo que Alvear
contestó: “¿Quieren saber por qué? Monten a caballo todos los redactores de El
Correo, váyanse a la pampa y marchen por el término de siete meses, de día y de
noche, durmiendo al raso sobre el suelo, unas veces seco y otras convertido en
charco. Vuelvan a la plaza de la Victoria y les preguntaré con mucha calma:
¿Cómo es que están rotos y desnudos? –Y enfáticamente agregó: Tal es la
diferencia entre hacer la historia y comentarla”.
Rosas descubre
una conspiración de Alvear. El 26 de julio de 1854, con motivo de la llegada a
Buenos Aires de los restos del general Alvear –fallecido el 2 de noviembre del
año anterior en Nueva York- el doctor Valentín Alsina pronunció esclarecedoras
palabras sobre la figura del extinto. Después de confesar que la noche antes de
su huida a Montevideo había conversado secretamente con el general, que en esos
momentos tramaba una conspiración contra Rosas, Alsina señaló que el nebuloso
plan fue descubierto por una indiscreción. Rosas adoptó el astuto partido de
condenarlo a un destierro y alejamiento perpetuo bajo el dorado nombre de una
misión diplomática. Desde Montevideo, Alsina mantuvo una larga correspondencia
secreta con Alvear.
El general Alvear
es desheredado por su padre. Diego de Alvear y Ponce de León, personaje de
prosapia en España, coronel de Ingenieros y con rico mayorazgo en Andalucía,
llegó a nuestro país como “comisario real y astrónomo” para la demarcación de
límites entre el Río de la Plata y el Brasil, en cumplimiento del tratado de
1777. Casado con María J. Balbastro, tuvo varios hijos; uno de ellos fue el
general Carlos M. de Alvear. El mayorazgo de Alvear y Ponce de León se hallaba
contiguo al de la marquesa de Montijo, cuya hija Eugenia fue emperatriz de los
franceses. Aquel fue heredado por las hijas de don Diego, pues éste había
desheredado al general cuando se enteró que había tomado la plaza de
Montevideo,en 1814, cuyo gobernador Vigodet era íntimo amigo suyo.
Un almanaque
histórico. La República Oriental del Uruguay, en 1830, publicó en la imprenta
republicana de Montevideo un almanaque con episodios de la guerra con el
Brasil, en cada mes del año se hace alusión patriótica, en versos, a distintos
acontecimientos. En febrero se inserta: En ataque general / El oriental y el
argentino / De Ituzaingó en el camino / Vencieron al imperial. (De las notas
“Esto pasó”, por José María Taggino.
A LA CIUDAD DE
ITUZAINGO
Ituzaingó, el pequeñito,
Aquel pueblito
lejano,
Fundado por el
amor
De un español
visionario.
Ituzaingó, el que
en octubre,
Como América,
cumple años
Y como ella,
crece y crece,
Sin apuro y sin
desmayo.
Ituzaingó, el de
las calles
Con nombres de
antepasados,
Que son páginas
de historia
Que orgullosos
recordamos.
Ituzaingó, el que
ayer
Apenas hace unos
años
Era un puntito en
el mapa
Un punto más,
entre tantos.
Ituzaingó, el
pueblo aquel
Del español
visionario,
Igual que una
novia joven,
Se viste de traje
largo.
Porque hoy, Dios
lo bendiga,
Además de cumplir
años,
Trueca en
realidad un sueño
Largamente
acariciado.
Hoy estrena
Ituzaingó
Un título bien
ganado.
Hasta el cielo
pareciera
Ser más azul y
más claro.
La Patria tiene
otra hija,
Tiéndele Señor,
la mano,
Y da con tu
bendición
Amor, fe, paz y
trabajo.
Emma D. B. de
Castromil (para “Noticiero Ituzaingó”, 1965).