EL POR QUÉ DE LA TARDANZA


Esta es la única alteración que hemos hecho -solo en el orden- del texto original del libro de Camerucci. Y se nos ocurrió que había que sacarlo de la retaguardia para que el vecino de Ituzaingó comprobara que en todas las épocas hubo situaciones confusas e injustas. Así pues, a continuación el EPILOGO para que lo evalúen:




Corresponde ahora ilustrar al lector que este volumen debió ser publicado en el año 1972 o poco después, aclarando, además que fue el único trabajo en el país presentado en el concurso promovido por la Municipalidad de Morón con motivo del Centenario de la Ciudad de Ituzaingó.
Ciertas argucias esgrimidas por un miembro del Jurado, vecino del pueblo, dieron lugar a un pedido de postergación del cierre del certamen, alegando tener en preparación –no concluido todavía- un libro sobre el tema. La petición totalmente extemporánea, improcedente e inconcebible, naturalmente no fue atendida por los otros integrantes del Jurado. Pero, por la renuncia de uno de ellos y el retiro del “docto” vecino de Ituzaingó, se nombraron reemplazantes para una segunda sesión del Jurado en la que no habiendo nueva obra presentada, se argumentó entonces no haberse cumplido con la entrega de las fotografías a insertar en la publicación (como si ello fuera más importante que el contenido del volumen) aún cuando se acompañó planilla indicando cuáles se habían seleccionado para el caso y que se pondrían a disposición en cuanto se solicitaran. Mas el certamen fue declarado desierto. “Invidia est odium alienae felicitatis” (Serm. De San Agustín).
Tras largo paréntesis, este libro, gracias al propio peculio del señor Camerucci, se pone en manos de los amigos de Ituzaingó en la seguridad que será bien recibido, pues en sus páginas solo se refleja la verdad de los acontecimientos ocurridos en el primer siglo de vida de la ciudad, si bien puedan notarse lagunas o nombres involuntariamente omitidos.
Sin llegar a los tres lustros de radicación en el pueblo, cree el autor que esta disciplina histórica paga en muy pequeña parte los inolvidables recuerdos que conserva del lugar y de sus habitantes.